NGC 2366 es una galaxia enana situada a una distancia de 11 millones de años-luz (3.4 millones de pársecs). Su forma irregular y las propiedades de su contenido estelar la asemejan a las Nubes de Magallanes, dos galaxias enanas irregulares muy cercanas a la nuestra. NGC 2366 tiene 20 000 años-luz de anchura, dos veces el tamaño de la Nube Mayor de Magallanes, pero aun así se mantiene dentro de la categoría de las galaxias enanas.
Se ha comprobado que NGC 2366 experimentó un episodio de formación estelar eruptiva hace tan solo unos 50 millones de años, y todavía hoy se observa un ritmo sostenido de nacimientos de estrellas en varias zonas de esta galaxia. La presente fotografía muestra con claridad las diversas y enormes regiones (nebulosas rojizas) donde nacen estrellas nuevas, porque el hidrógeno del entorno (el material a partir del cual se forman las estrellas) se ioniza debido a la radiación ultravioleta de los astros jóvenes. Este hidrógeno ionizado se distingue en la forma de largos filamentos y cavidades en el gas, que resplandecen con tonos rojizos en varias partes de la galaxia. La más destacada de estas regiones se aprecia en la parte superior derecha de la imagen. La juventud de las estrellas que conforman esta galaxia se manifiesta en el color azulado de su alargado cuerpo principal.
Obtuvieron la imagen Janine van Eymeren (AIRUB, ATNF) y Ángel R. López-Sánchez (CSIRO/ATNF) con la cámara MOSCA acoplada al telescopio de 3.5 m del Observatorio de Calar Alto. La fotografía se compone de varias tomas individuales registradas con los filtros B, R y H-alfa. El norte está a la izquierda y el este abajo. La toma abarca un tercio del tamaño aparente de la Luna (unos 10 minutos de arco).
Los investigadores realizaron estas observaciones con el fin de cartografiar las estructuras de gas ionizado, que resplandecen con el fulgor rojizo que en astronomía se conoce como “luz H-alfa”. Para ello obtuvieron una imagen H-alfa profunda (una hora de integración). Así será posible comparar la energía necesaria para hacer brillar todo este gas, con la energía aportada por las estrellas jóvenes y azules, y así concluir si la radiación de las estrellas es suficiente para generar todo el brillo de los filamentos y cavidades, o si es necesaria alguna otra fuente adicional de energía. El proceso de formación estelar eruptiva se considera de gran importancia en el universo, pero aún falta mucho para comprender por qué ciertas galaxias deciden convertir su gas en estrellas de manera brusca y con un ritmo tan frenético, como si se tratara de un colosal espectáculo de fuegos artificiales.
Imagen en alta resolución (2.83 Mb)
© Observatorio de Calar Alto, febrero 2008